Desde hace aproximadamente un año, trabajo con la empresa de software Prophix sobre el futuro de las finanzas. No los servicios financieros, sino la función: el departamento o equipo de toda organización a partir de cierto tamaño que se ocupa del dinero y los números. Como con todos los mercados, sectores o campos que toco, ha sido esclarecedor. En parte por lo que tiene de único este espacio, pero sobre todo por lo que tiene de común. Porque trabajar en el futuro de las finanzas ha reforzado muchas de mis creencias sobre la forma en que el mundo está cambiando y cómo todos nosotros -individuos y organizaciones- debemos responder.

Alta frecuencia cambio

El argumento que esgrimo, si no está familiarizado con él, es que el cambio es más rápido ahora. Tal vez no con las grandes oleadas de cambios históricos, pero sí con cambios de alta frecuencia de escala suficiente para constituir una amenaza existencial para muchas organizaciones y funciones. Y para causar un malestar significativo a los que tardan en adaptarse.

La respuesta correcta a este ritmo acelerado de cambio para los individuos en el lugar de trabajo es aprender a aprender más rápido y mejorar las habilidades básicas de descubrimiento, creatividad y comunicación. Para las organizaciones, el reto es volverse más atléticas: hiperconscientes de los cambios del entorno y preparadas para actuar con rapidez ante esos cambios.

Baja fricción, alta competencia

Uno de los primeros pasos para desarrollar esta capacidad atlética es comprender qué está impulsando el ritmo acelerado del cambio. En mi opinión, como en la de otros, se trata de la tecnología. La tecnología no tiene poder en sí misma. Pero su doble capacidad para reducir la fricción en el comercio y la innovación y, en consecuencia, crear un imperativo competitivo, se combinan para impulsar el cambio.

La tecnología afecta a todas las organizaciones de cinco maneras distintas. Acelera el cambio, como ya se ha dicho. Pero también crea una mayor diversidad en cada eslabón de la cadena de valor, un segundo efecto de la reducción de la fricción del comercio y la innovación. Acelera el flujo de información y aumenta la expectativa de que esta información se analice y se actúe con rapidez. Impregna todos los aspectos de la vida, haciéndose más barata y más aplicable hasta que incluso el más mínimo nivel de utilidad justifica la inversión. Y reduce las barreras entre organizaciones, ya sean empresas o países.

Vectores del cambio

Estos cinco efectos son visibles en todos los mercados que he examinado, desde los supermercados hasta los superyates. Y son claramente visibles en las finanzas.

Las finanzas es donde la tecnología -al menos la de la era digital- aterrizó por primera vez en el lugar de trabajo. Aquí estaban los problemas comprensibles y programables, como los grandes cálculos de nóminas. Pero ahora la tecnología representa una amenaza bastante edípica para su progenitor en el lugar de trabajo. La automatización está llamada a eliminar gran parte de los aspectos mecánicos de la función financiera. Las menores barreras que crea la tecnología significan que los sistemas pueden interactuar ahora directamente sin necesidad de funciones poco cualificadas para trasladar datos de uno a otro. Y las máquinas pueden hacerlo de forma más coherente y rápida, creando la posibilidad de realizar análisis de rendimiento mucho más frecuentes, precisos e incluso casi en tiempo real.

Esto cambia la naturaleza de la función financiera y amenaza con eliminarla casi por completo, a menos que quienes trabajan en ella decidan reinventarse. Si las máquinas pueden presentar los datos de forma comprensible para los directivos generalistas, ¿son realmente necesarios los profesionales de las finanzas?

La verdad en la era de los macrodatos

Una respuesta está en despojar a las finanzas de sus símbolos monetarios.

Durante mucho tiempo, el único big data en la mayoría de las organizaciones era sobre el movimiento de dinero y, por tanto, el dominio de las finanzas. Ahora, los equipos de marketing, ventas, fabricación y atención al cliente disponen de grandes cantidades de datos propios: CRM, análisis, automatización del marketing. Estas son las fuentes de datos más atractivas, que proporcionan información no sólo sobre el rendimiento pasado, sino también sobre el futuro. Sin embargo, estas disciplinas siguen siendo en gran medida embrionarias, mientras que las finanzas tienen siglos de herencia. Las finanzas siempre han sido el bastión de la verdad en los negocios. En esta nueva era de abundancia de datos, quizá debería hacer de ello su papel.

No se trata de una apropiación del terreno: la regla de las barreras más bajas se aplica tanto dentro de las organizaciones como entre ellas. Los profesionales de las finanzas deben ser socios de negocio, colaborando estrechamente con las demás funciones de la empresa para mejorar su toma de decisiones basada en datos fidedignos. Quizá ésta no haya sido siempre la habilidad más fuerte de los equipos financieros.

Del mismo modo, no se ha invertido lo suficiente en las capacidades de planificación y análisis, que son cada vez más importantes si se quiere que la función vaya más allá de los informes reglamentarios y los datos puramente financieros.

Aceptar el cambio

Sin embargo, nada de esto será posible en el entorno operativo actual. Un entorno en el que el esfuerzo manual es la solución a casi todos los problemas. En lugar de rechazar la amenaza de la tecnología, las finanzas deben adoptarla. La automatización puede encargarse cada vez más de grandes cantidades del trabajo necesario, liberando recursos para centrarse en la estrategia y el crecimiento. El cumplimiento nunca debe ser un proceso: con la automatización, puede ser un estado. La planificación no debería ser una batalla rencorosa entre departamentos, sino una colaboración basada en modelos prácticos del mañana, todo ello posible con la tecnología actual.

Así pues, las finanzas pueden ser el hogar de la verdad, los datos y el análisis en las organizaciones. El lugar de las mejores prácticas en todas estas cosas. Y un socio que trabaje en toda la organización. Pero esto sólo puede ocurrir con inversión. Invertir en sistemas para la organización y en capacidades para las personas. E inversión en relaciones.